martes, 28 de septiembre de 2010

Me rindo

Me rindo

Carta a la crisis con el objeto de claudicar



ESPERANZA MEDINA
PROFESORA Y POETA
Querida "crisis":
Confieso que me siento totalmente vencida, incapaz de ver ni un solo frente en el que poder presentar batalla con dignidad. Ni siquiera me parecen viables las soluciones creativas: lamentablemente a estas alturas de la vida ya no me veo capaz de prescindir de la electricidad y alumbrarme con velas, teniendo en cuenta además que ni este ordenador con el que escribo, ni la calefacción, ni el agua caliente, ni tan siquiera el café de cada mañana sobrevivirían a un apagón reivindicativo y cabreado si dejo de pagar a la compañía eléctrica.

Y es que otra vez, sin que la simplicidad de mi mente poco imaginativa lo pueda entender, sube la luz. Supongo que será porque las compañías eléctricas están a punto de irse a la quiebra debido usted, amiga «crisis»; en ningún caso porque necesiten seguir ganando lo mismo, o más, a costa de los pobres consumidores, cada vez con menos posibilidad de consumir y cada vez más pobres.

Perdone si puedo resultar pesada al hablarle de mí y contarle que últimamente tengo la sensación de estar perdiendo facultades cognitivas, cada vez entiendo menos el significado de su propio nombre, doña «crisis». Se decía en mi casa que «nunca falta un tonto a quién echa-y la culpa» (perdone este batiburrillo de lenguajes, pero castellanizándolo del todo no me sonaba bien). Pues parece que aquí ha aparecido un tonto que no se queja, que asume todo tipo de culpas pasadas o venideras: usted misma, aunque le cueste creerlo. Si bien me temo que a su nombre le acompañan muchos apellidos: incompetencia, falta de previsión, derroche de lo ajeno, etc, etc, etc (cualquiera puede añadir lo que se le vaya ocurriendo).

Siento esta pataleta, que no me lleva a ninguna parte, si acaso a esperar que el invierno no sea muy frío y a rezar para que después de disminuir el sueldo, subir el IVA, la luz y otras cuantas circunstancias más de cuyo nombre me viene bien no acordarme, llegue una primavera florida y hermosa de esas que anuncian en los libros de texto.

Ya sólo me queda pedirle a usted, estimada señora, que tanto sabe y en tanto influye, que nos desvele en voz baja el misterio del recibo de la luz, a ver si entre todos somos capaces de encontrar la manera de aplicarle un descuento en vez de una subida. Prometemos no contar el secreto.

martes, 14 de septiembre de 2010

De vuelta al cole

De vuelta al cole

Inicio de curso a la sombra de la crisis y los recortes



ESPERANZA MEDINA
POETA Y PROFESORA Hay un ambiente festivo en las aulas, al menos entre mi alumnado, que disfruta del reencuentro con los amigos y con los nuevos juguetes. Son mayores, y eso los hace importantes. Nada puede con su alegría, con su empuje, con su curiosidad. Contagian ímpetu y energía, contagian sonrisas e historias de descubrimientos y veranos divertidos.

Créanme, es un alivio encontrar ese optimismo por las mañanas, enfrentarse como único problema a la necesidad de actividad continua de niños y niñas, al ejercicio investigador de cada pregunta, de cada razonamiento, de cada resolución de situaciones más o menos cotidianas. Es una auténtica gozada descubrir con ellos un mundo nuevo en todo lo ya conocido. Un ejercicio de optimismo tremendamente balsámico.

Porque a pesar de mis buenos deseos de feliz verano, publicados en este mismo diario el mes de junio, deseos de un setiembre de normalidad y trabajo, a pesar de ello, comenzamos el curso cabizbajos, con temor a abrir el periódico o encender la tele. Miedo nos da descubrir los nuevos recortes, entrever las subidas, los reajustes y ver perderse en la lejanía retazos del bienestar social que hasta ahora nos acompañaba.

Nos espera un curso difícil, una vuelta al cole insegura. A pesar de que nos la anuncian a bombo y platillo los grandes almacenes. Iniciamos el otoño estoicos, dispuestos a sortear pacientemente los altibajos, a luchar contra los elementos si hace falta.

Curiosamente, mientras que para algunos esta crisis ha supuesto tener que aplicarse la jocosa filosofía del chiste aquel del «consumismo»: con su mismo coche, son su mismo traje, etc, para otros ha tenido consecuencias insospechadas (al menos para mí) como el aumento de matrícula en la carrera de Derecho en la Universidad de Oviedo, que hace que este curso se considere recomendable limitar el acceso a dicha especialidad universitaria.

No se me había ocurrido que fuese a haber tanta demanda de abogados, aunque bien pensado, tal y como están las cosas no van a faltar conflictos y reclamaciones. Igual es una buena idea inclinarse hacia el derecho, lo malo es que no veo muy claro de dónde van recibir sus honorarios.

En fin, que yo seguiré con mis alumnos de cuatro años, que no sé si llegarán a ser abogados, bomberos o informáticos, pero que de momento me animan las mañanas y me agotan antes de llegar a las tardes. Y que no falte.