martes, 4 de agosto de 2009

¿Y si llueve qué?

¿Y si llueve qué?

El clima asturiano nos ha inculcado la cultura del «por si acaso»



ESPERANZA MEDINA PROFESORA Y POETA Como si supiésemos interpretar los signos de la naturaleza seguimos cada día, al levantarnos, el antiguo ritual de mirar al cielo, o en su versión moderna al «hombre o mujer del tiempo». Aunque parezca excesivo decirlo así, vivimos sin la certeza del clima que nos acompañará cada día, contando siempre con la posibilidad de que cambie de un momento para otro. Somos especialistas en modificar los planes, en ir a la playa con un magnífico sol y volver a casa entre gotas de lluvia (a mojarnos íbamos, al fin y al cabo).

Cuando vamos de viaje, cuando salimos de casa, llevamos chaquetas y paraguas «por si acaso». Somos previsores no por convicción, sino por pura necesidad. Nos hemos acostumbrado a que el tiempo transforme nuestros planes sin previo aviso, y poco a poco hemos ido olvidando cómo hacerlos a largo plazo.

Recuerdo la primera vez que viajé a la costa mediterránea. Por mucho que me insistieron en que no necesitaba llevar zapatos cerrados, no pude resistir la tentación de volver a abrir la maleta minutos antes de salir de casa y meter unos mocasines «por si acaso». Lógicamente, no los necesité y en sucesivas ocasiones me he ido acostumbrando a prescindir de algunas de las cosas, sólo algunas, que no necesitaré. Es difícil dejar esa adicción al «por si acaso».

Quizás ha sido esta meteorología nuestra, cambiante y sorpresiva, la que nos ha convertido en seres escépticos, un tanto apáticos, a los que cuesta ilusionarse con el futuro, a los que cuesta discernir con claridad qué Avilés quieren construir de aquí a muchos años. No creo que sea culpa de nuestros políticos, víctimas como nosotros de este clima juguetón que nos controla.

Como el clima, vamos a trompicones, esperando que venga del cielo la solución perfecta para nuestra villa. Atechándonos o saliendo al sol según lo que caiga, olvidando con rapidez, ilusionándonos con dificultad. Es difícil saber lo que piensan los avilesinos de cada nuevo proyecto, difícil saber si recuerdan cada uno de los viejos que acabó en nada. Más difícil todavía porque hay muchas voces que dicen hablar por boca de todos. Y yo me pregunto entonces si se habrán dedicado a escucharnos uno a uno, si recordarán lo que dijimos y lo que dijeron en otras ocasiones.

Llega el verano, los claros y nubes y las polémicas. Las que importan mucho y las que importan menos, pero todas nos hacen el mismo efecto: esperar a ver si con un poco de suerte mañana escampa.

¿Y si llueve, qué? pues eso, que cambiamos de planes.