martes, 24 de mayo de 2011

Ampliando vocabulario

Los medios publicitarios utilizan términos y aplicaciones de confuso significado


Ampliando vocabulario


ESPERANZA MEDINA PROFESORA Y POETA Se acerca el final del curso escolar y con él las notas, los disgustillos que parecen siempre inesperados pero que en realidad no lo son tanto porque en el fondo se veían venir de largo.

Por suerte, una gran mayoría del alumnado podrá disfrutar tranquila y totalmente del verano sin ningún cargo de conciencia ni la sensación de haber dejado cosas por hacer. Y eso que estoy segura de que no podrían pasar un sencillo examen de vocabulario habitual en los medios publicitarios (ni yo, ni ustedes tampoco posiblemente, si acaso algún avezado conocedor de la biología, sus términos y aplicaciones). Ni aún haciendo trampa y echando mano del diccionario. Lo sé porque lo he hecho sin resultados satisfactorios. Otra cosa ha sido acercarme a internet, claro. Aunque debo confesar que he abandonado las fuentes informativas sin comprender enteramente lo que se me explicaban, pero sabiendo al menos que tales términos ya existían antes de la publicidad de los productos que los contienen. Es un alivio comprobar que todo está en la Naturaleza y no nos intoxicaremos con un alimento que contenga «lactobacilos y bifidobacterios» aunque a mí me recuerde terriblemente al científico loco de los famosos Mortadelo y Filemón.

Parece ser que también se puede confiar en las «isoflavonas» de la soja en los cosméticos, aunque otra cosa será que consigan «atajar el paso del tiempo» como dice cierta publicidad. Claro que si una sigue leyendo las propiedades de los productos relacionados con la soja de la marca que no se menciona anteriormente, tiene que hacer verdaderos esfuerzos para no salir a comprarlos, ya que junto con los extractos de soja contiene «glicoproteínas y polisacáridos que reorganizan las fibras de colágeno y protegen las de elastina frente al relajamiento».

Otra cosa muy distinta son los triglicéridos que se definen como el principal tipo de grasa transportado por el organismo. Ante eso todos sabemos cómo debemos actuar en la dieta diaria, no esperemos a los remedios rápidos y milagrosos, cuidadín en el día a día con las grasas, que luego puede darnos algún que otro susto.

Podría seguir investigando este nuevo vocabulario publicitario, pero dejaré para otro día la indagación sobre «oligopéptidos» o «fitoestrógenos» ya que comienzo a marearme y me veo obligada a reconocer que nuestros publicistas son gente altamente informada en todos los campos del saber y poseedores de la magia que ya quisieran para sí muchos, capaz de hacernos ver como naturales palabras que apenas sabemos pronunciar y mucho menos explicar.

lunes, 9 de mayo de 2011

A por el pan

Pocos olores son tan gratos como el del pan, pocas invenciones tienen tanto poder como la palabra


A por el pan

ESPERANZA MEDINA PROFESORA Y POETA Pocos gestos hay tan cotidianos como salir a por el pan, pocos comestibles que sintamos tan primarios, aunque al final sin pan podríamos vivir, cualquier otro alimento serviría para sustentarnos. Pensemos, por ejemplo, en otras culturas, como los orientales y el arroz, o los italianos y la pasta. Pero el pan, el pan nuestro de cada día, que no nos falte, si hasta cuando se reza se menciona.

No me refiero precisamente a su aspecto simbólico, que lo tiene, y mucho, sino al hecho vulgar y cotidiano de que nos hemos acostumbrado a acompañar la mayoría de las comidas con pan, y no nos sabe igual si no lo tenemos. A pesar de que los horarios de trabajo y nuestra vida ajetreada hace que en ocasiones tengamos que acercarnos a la panadería a ultimísima hora, cuando ya casi no queda donde elegir.

Otras, ir a por el pan nos brinda sorpresas, como encontrar a un amigo en el camino, que todavía queden «croissants» para tomar con el café o que te entreguen la barra en una funda de papel con una cita de Montaigne con la que me siento totalmente de acuerdo y que siempre aplico a lo que escribo: «La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha».

En este caso la cita viene en asturiano, se celebra el día de Les Lletres Asturianes. Me pilla un poco por sorpresa esta nueva versión del envoltorio, aunque enseguida recuerdo que el año pasado por estas fechas había ocurrido exactamente lo mismo. Pienso en lo grato que sería encontrar citas o textos literarios en los envases de otros alimentos.

Pocos olores me resultan tan gratos como el de pan recién hecho (si acaso el de café), pocas invenciones humanas tienen tanto poder como la palabra. La que se dice o la que se calla, la que se recuerda siempre o la que se olvida al segundo de pronunciarla.

La palabras nos pertenecen a todos, las lenguas, que al fin y al cabo son la forma de organizarlas para que nos entendamos, también. Las lenguas no son naturales, son una convención a la que se llega después de mucho tiempo, que evoluciona y que, como el pan, se hace nuestra, completamente nuestra y necesaria.

Claro está que la lengua no es un matrimonio que nos exija monogamia perpetua, es permisiva y, curiosamente, cuantas más lenguas conocemos y hablamos, mejor nos entendemos.

Tenemos una lengua propia, que es cultura, y la cultura es una riqueza compartida, de las que no abundan. Cuidémosla.