martes, 20 de julio de 2010

A por ellos

A por ellos
La pasión del fútbol vendría bien para otros asuntos más importantes


A por ellos


ESPERANZA MEDINA PROFESORA Y ESCRITORA Hace algo más de una semana, un domingo para ser exactos, estaba en casa (no en mi casa habitual, sino en un pequeño pueblo de Valladolid), jugaba la selección y parece que es mejor verlo en compañía, así que me quedé sola. Es un decir, porque en el bar de enfrente debía de haber un grupo numeroso viendo el partido.

En un momento dado hay un casi-gol y del bar salen gritos de ánimo al equipo entonando el «¡a por ellos, oeh!». No importa que los jugadores no puedan oírlo desde Sudáfrica, ahora mismo todos se sienten uno.

Aunque no soy muy futbolera, no lo critico, en absoluto. Me parece bien que haya algo en lo que vayamos todos a una como Fuenteovejuna. Yo misma pongo la tele para seguir más de cerca la emoción de mis convecinos.

Como ellos sueño, pero con otras cosas. Sueño con oír ese «¡a por ellos, oeh!» cada vez que una mujer muere a manos de su pareja, cada vez que hay un asesinato terrorista, cada vez que alguien pierde su trabajo porque un empresario quiere ganar mucho más o un político se equivoca. Cada vez que el hambre obliga a una persona a subirse a una patera, cada vez que un niño es explotado, cada vez que alguien mira a otro con desprecio por ser de una raza diferente. ¡A por ellos, oeh!, con alegría y sin violencia, pero con constancia y con firmeza.

El partido concluye y la alegría está por todas partes, no parece importar la crisis. Supongo que a todos nos gusta evadirnos con otras cosas cuando los tiempos se ponen difíciles. El júbilo es contagioso y también a mí me hace sonreír el gol de Iniesta. Quizá porque tenía a flor de piel el espíritu deportivo ya que venía de pasar esos días en el Campeonato de España de natación sincronizada alevín. La competición siempre emociona, aún cuando no se gane. Al menos a mí el esfuerzo y el entusiasmo de los deportistas me hace disfrutar, aunque no sean «los nuestros».

Según me estáis leyendo os parecerá que ha quedado muy atrás ese domingo en el que la selección española de fútbol consiguió ser campeona del mundo, es cierto, eso ya es historia. Pero yo sigo entonando bajito el «a por ellos?» cada vez que abro el periódico. Parece que seguiremos viviendo tiempos complicados. ¡Ánimo y a por ellos!

martes, 6 de julio de 2010

Haciendo historia

Haciendo historia


La experiencia nos va haciendo entender lo relativo que es la mayor parte de lo que sabemos



Haciendo historia


ESPERANZA MEDINA
ESCRITORA Y PROFESORA En un tiempo que ya sólo pertenece al recuerdo y a la infancia, una niña de unos cinco o seis años (o sea: yo) estaba convencida de entender el mundo con una lógica que otorgaba estatus de categóricas a sus sencillas (aunque no por eso poco caviladas) conjeturas. Y es que en aquellos años creía firmemente que lo que los mayores llamaban «canción del verano» era la que cada temporada sonaba de forma machacona en el chigre de la playa de San Balandrán (Samalandrán, para mi recuerdo infantil). Mi capacidad memorística no llega a tanto como para saber quién era el dueño, pero, desde luego, debía ser muy influyente para convertir en la canción favorita de todos la que a él más le gustaba.

Luego aprendí que la experiencia nos va haciendo entender lo relativo que es la mayor parte de lo que sabemos . La prudencia nos aconseja siempre ser cautos y considerar en todo momento que es posible que nuestro conocimiento no sea tan amplio como creemos, que cuando alguien intenta convencernos de que las cosas son de determinada manera porque «son así de toda la vida» sólo quiere decir que lo han sido en el corto y limitado espacio de tiempo en que hemos convivido con ellas. Y es que no sólo pueden cambiar hacia el futuro, sino que incluso puede cambiar nuestra visión del pasado.

La mayoría de las teorías, inclusive las más fundamentadas, pueden volverse «niñerías ingenuas» sólo con aportar un nuevo descubrimiento. Los científicos lo saben, y los filólogos, y los historiadores. El simple hallazgo de un papel perdido puede modificar la historia de la literatura. El descubrimiento de unas piedras la de la Humanidad o las ciudades. Es tan sencillo que asusta, porque no es lo mismo tener la prueba de lo que fue que imaginarlo.

Eso me hace disfrutar otra vez como una niña de cada nuevo hallazgo que se hace en mi entorno, como el de estos días en el terreno de la capilla de Los Alas. Como de todo lo que queda por venir. Para mí resulta tan emocionante como una novela de tesoros y misterio, pero en vivo y en directo. Y por entregas, claro.

Descubrir nuestro pasado es una deuda que tenemos con quienes lo forjaron, ¿qué sentido tiene dejar una herencia si los herederos ni siquiera lo saben? Somos pequeños en los parámetros del tiempo, mucho más pequeños que un cubo perfecto de siete metros de cara que acaba de sernos presentado de nuevo. Pero nos hace grandes saber de dónde venimos y confiar en que quienes nos sucedan también sentirán como propio algo nuestro.