martes, 22 de septiembre de 2009

Nada de mimos

Nada de mimos

La incidencia de la gripe A en los centros escolares


ESPERANZA MEDINA PROFESORA Y POETA Creo que lo han conseguido, no sé muy bien quiénes, pero lo han conseguido por completo: ni idea de a qué atenerme en esto de la gripe A.

Comenzamos viendo cómo en México las personas paseaban con mascarillas, se cerraban colegios y centros de trabajo para evitar la terrible mortalidad de aquella enfermedad que en un principio se llamó «gripe porcina», pero que rápidamente cambió su nombre a gripe A, que parece que le viene mucho mejor al virus (exactamente gripe A N1-H1).

Tras aquel primer momento de epidemia en el país americano se empezó a acercar a nosotros la amenaza y comenzamos a oír hablar de la peligrosísima pandemia que se avecinaba. Hemos ido contando día a día los muertos en nuestro país, en una macabra letanía, intentando descartar en cada una de sus circunstancias la nuestra propia, para tranquilizarnos sintiéndonos fuera de peligro. Pero es una gripe, una gripe que se contagia por un virus y ante los virus y sus caprichos siempre hemos estado indefensos.

Con los consiguientes avisos y recomendaciones nos han ido metiendo el miedo en el cuerpo, como con la posibilidad de retrasar el inicio de curso, que se ha diluido en una serie de recomendaciones profilácticas: nada de besarse, no tocarse ojos, nariz o boca, lavarse las manos cada vez que se estornude, no compartir instrumentos de viento, lápices, rotuladores o cualquier material que el niño pueda llevarse a la boca, limpiar dos veces al día con jabón y detergente mesas y sillas, pomos de la puerta, interruptores, teclados de ordenador, etcétera, etcétera, etcétera. Es una larga lista de recomendaciones higiénicas, altamente convenientes si no fuera porque resultan imposibles de seguir totalmente en los centros escolares.

Mis nuevos alumnos llegan a la escuela por primera vez, quieren consuelo, mimos, ahora que tienen que separarse de sus familias, lo tocan todo, lo llevan todo a la boca, estornudan sin que nos vaya a dar tiempo a lavarles las manos cada vez que lo hacen.

Ahora escucho a todas horas que muere mucha más gente de la gripe estacional que nos visita cada año, que las famosas vacunas para la gripe A no están suficientemente probadas, que en realidad no tiene tanta incidencia como se pronosticaba.

Y ya no entiendo nada, no entiendo que se nos alarme o se nos tranquilice según vaya el aire, que los políticos no tengan el mismo criterio que médicos y resto de personal sanitario, que a fin de cuentas son los que más saben de esto de los virus. No entiendo estos vaivenes que crean inseguridad y nos despistan. De una amenaza gravísima hemos pasado a unas simples medidas higiénicas, más o menos fáciles de llevar a cabo pero saludables en cualquier caso.

En medio de este desconcierto llegan mis nuevos alumnos cada mañana buscando consuelo, un mimo que yo les doy. Y que sea lo que Dios quiera.

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