martes, 8 de junio de 2010

Creatividad

Creatividad
Las situaciones de crisis fomentan, en algunas ocasiones, las ideas revolucionarias


Creatividad
ESPERANZA MEDINA
PROFESORA Y POETA Explicaba un cierto diseñador que precisamente en tiempo de crisis es cuando más se desarrolla la creatividad. No acabo de entender muy bien qué tiene que ver la alta costura con la crisis, a no ser, claro, que tengan pensado ser más creativos aún en los precios, y así vendiendo menos ganarán más. Porque precisamente, cuando tenemos que apretarnos el cinturón, lo primero que quitamos los ciudadanos de a pie de la cesta de la compra son los modelitos de alta costura, digo yo.

Mucho me temo que la idea no le pertenecía enteramente, porque debemos admitir que las dificultades ayudan a aumentar la creatividad; que les pregunten, si no, a los ciudadanos cubanos, por ejemplo, que llevan tantos años siendo altamente creativos en su vida cotidiana.

Pero, tenga o no relación la creatividad con las crisis, hay que reconocer que conseguir una buena idea y su patente, por muy poco útil que esto pueda parecer en un principio, puede ser una magnífica manera de olvidarse de cualquier aprieto económico. Pensemos, por ejemplo, en el conocido Chupa Chups, un sencillo caramelito con palo que facilitó un agradable futuro a su creador, aunque en estos días, para nosotros, y sobre todo para el pueblo de Villamayor, se haya convertido en un dulce amargo. Está claro que no es culpa de las buenas ideas, sino de los empresarios, que en tiempos difíciles nunca están dispuestos a arrimar el hombro, sino más bien lo contrario: aprovechar la circunstancia para justificar más beneficios.

En cualquier caso sigue habiendo nuevas patentes que intentan convertirse en la gallina de los huevos de oro, como el bañador que hemos conocido estos días por la prensa y que permite tomar el sol sin que nos quede ningún tipo de marca.

Poder tomar el sol vestido, pero como si uno estuviera desnudo. Es posible que sea un invento muy práctico, pero yo no acabo de encontrarle la utilidad; otra cosa sería que las camisas, los pantalones, los vestidos, etcétera, estuviesen confeccionados con ese material. Así no tendríamos ni siquiera que acercarnos a las abarrotadas playas y piscinas en los días de calor: podríamos pasear tranquilamente bajo el sol por cualquier solitaria calle de ciudad en pleno verano para obtener un bronceado totalmente homogéneo, eso sí, siempre que uno se acuerde de ir y volver por el mismo sitio en su paseo, para que no se le tueste sólo una parte de su anatomía y, claro está, no salir de casa sin haberse echado por todo el cuerpo la correspondiente protección solar, por aquello de la posibilidad de algún trastorno cutáneo debido al exceso de exposición a los rayos ultravioleta.

En fin, que ya saben ustedes: dediquen el verano a que su creatividad trabaje para poder llegar a septiembre con alguna nueva patente anticrisis, que falta nos hace.

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