martes, 9 de abril de 2013

Un Nobel de la palabra


La presencia de Seamus Heaney en Avilés

Buscar la palabra justa, la que diga exactamente lo que queremos. Buscar la que no nos delate. O simplemente hablar, escribir o escuchar sin más interés que dejar que las palabras fluyan, que cumplan su cometido de relacionarnos, de transportar la realidad fugaz a un estado más duradero.

Nombrar las cosas es la mejor manera de perpetuarlas. Todo lo que recordamos ha sido nombrado alguna vez. Nuestro pensamiento está tan unido a las palabras, a las que nos hacen felices y a las que nos hacen sufrir, incluso a las banales que nos cuesta recordar poco después de haberlas pronunciado, que cuando somos capaces de articular con ellas emociones, ideas o deseos, sentimos, cierta tranquilidad, porque todo está en su sitio, definido, incluso si es para enfrentarnos a lo que no nos gusta.

Siempre he creído en el poder de la palabra, en la que reconforta y en la que hiere. Quizá por eso la busco tantas veces, entre la música, en las páginas de un libro, en la propia voz de los poetas. Quizá por eso me sorprenda tanto comprobar una y otra vez lo poco que interesan esas mismas palabras que a mí me mueven.

La última vez ha sido hace unos días. «El poeta actual más importante en lengua inglesa», un premio Nobel de Literatura (un premio Nobel de la palabra), se acercó a Avilés a recitarnos sus versos. Seamus Heaney dedicó parte de su tiempo al público del ciclo «Palabra» que se viene desarrollando desde hace unos meses en la cúpula del Centro Niemeyer y que, a pesar de la importancia de los autores, nunca se llena.

Circunstancia favorable, todo hay que decirlo, para aquellos que queremos acercarnos a estos actos sin necesidad de guardar grandes colas o madrugar en exceso para conseguir una entrada. Pero triste, sin embargo, si pensamos qué pasaría si quienes viniesen a «hablar» fuesen algunos de los protagonistas de cualquiera de los «reality shows» que triunfan en la televisión. Es posible que hubiese que hacerlo en el auditorio por cuestiones de aforo.

Hace unos años coincidía en la peluquería con una de esas concursantes cuyo único mérito era generar polémica ante las cámaras. Tuvieron que explicarme quién era y por qué se montaba tanto revuelo al entrar ella.

Tengo que confesar que es muy probable que si el mismo Seamus Heaney se hubiese sentado a mi lado ese día para cortarse el pelo yo no lo hubiese reconocido. Y podría haber sido así, porque no es la primera vez que visita nuestra comarca, que crea y comparte en Asturias su palabra.

Y nosotros dándole importancia a lo que no la tiene. No tenemos remedio.




2 comentarios:

  1. Hola Esperanza,no olvides que la palabra nunca interesó al mundo de la farándula, por desgracia la juventud, y de eso sabrás un rato, conoce antes a la Esteban de turno que a un grande como Seamus...pero esa es la época que nos toca vivir...triste pero real....
    Como dijo otro grande, Aristóteles,La Historia está para contar lo que sucedió, la poesía para lo que sucederá....

    Qué gran verdad...

    Buena tarde.

    Bss

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  2. Estás cargado de razón.
    Un abrazo.

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