martes, 5 de agosto de 2008

Historia y leyendas

Historia y leyendas


ESPERANZA MEDINA He estado alternando con Bances Candamo en Sabugo (aunque la época a la que apuntaba su ropa despistaba un poco), he visto a «La Monstrua» llorar porque no se sentía querida, incluso he oído el grito de «por allí resopla» al divisar una ballena. Hacía una noche preciosa, cálida, de esas que dicen que no hay nunca en Asturias, en las que salimos sin chaqueta y parece que nos falta algo.

Que nadie piense que me estoy volviendo chiflada y comienzo a tener visiones, en absoluto, es sólo que el jueves comenzaban en Avilés las «Leyendas en el casco histórico» y yo me acerqué a Sabugo a disfrutar de la primera de este verano. Me parece una idea estupenda para aproximar a los avilesinos a la riqueza histórica de la villa, aunque reconozco que es más una recreación de la historia que un reflejo fiel de la misma.

Ésta es una asignatura pendiente que tenemos la mayoría de nosotros con la ciudad. He estado en ciudades pequeñas, en ciudades que apenas tenían una o dos personas significativas que mostrar y, sin embargo, lo hacían con tanto orgullo y entusiasmo que parecía que no había ningún otro lugar en el mundo más importante.

A nosotros, los personajes importantes de nuestro pasado nos suenan solamente como nombres de calles. Por comentar alguno citaré a los que se hizo referencia el jueves pasado: Carreño Miranda y Bances Candamo.

Don Juan Carreño de Miranda (1614-1685) fue nombrado «pintor del Rey» en 1969, está considerado como un excelente retratista, fue contemporáneo de Velázquez, del que era amigo. Entre sus cuadros se encuentran dos retratos que el rey Carlos II le mandó hacer de su bufona Eugenia Martínez Vallejo, conocida como «La Monstrua». Retratos en los que se basó Favila para hacer su escultura. La otra noche la pequeña dama salió de su inmovilidad para acompañarnos un rato, incluso cantándonos. Ahora la miramos con otros ojos, de simpatía. Y sabemos más sobre el personaje que da nombre al instituto.

Francisco Bances Candamo (1662-1704) escribió fundamentalmente obras de teatro, también en una época cercana al pintor. Fue nombrado «dramaturgo de cámara regia» por Carlos II. Lo que quería decir que escribía para el rey y su público era la nobleza. Sus obras de teatro tuvieron mucho éxito en su época entre dicha nobleza, no obstante algunas de ellas le ocasionaron problemas por su contenido político. Se nos acercó también en la plaza del Carbayo, aunque con una indumentaria ajena a su época, más bien de los primeros años del siglo XX, pero reconocible en cualquier caso por su interés literario y sus anécdotas personales.

Son dos ejemplos nada más, hay muchos otros personajes en nuestra historia, y muchos otros testimonios de lo que fue Avilés en el pasado. Tenemos muchas cosas que contar y que enseñar: desde algunos restos del Paleolítico hasta la más reciente historia industrial, pasando por nuestro propio fuero, «El fuero de Avilés», uno de los documentos más importantes que se conservan de la villa.

Un único museo no puede abarcarlo todo. Estaría muy bien sacar ese pasado a la calle, quizá con algunas placas que contasen los detalles más significativos de los sucedido a lo largo de los años en nuestra villa. O tal vez organizar aulas permanentes e interactivas para que niños y adultos pudiesen conocer nuestra historia y a nuestros personajes ilustres. Son sólo dos ideas que me vienen a la cabeza, no sé si acertadas, seguro que hay muchas otras que se pueden llevar a la práctica. Pero es que echo de menos que los niños de Avilés conozcan el pasado de la ciudad en la que viven. ¿O es que tenemos tanto que contar que no sabemos cómo hacerlo? Todo es proponérselo e ir sin prisa, pero sin pausa.

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