martes, 6 de enero de 2009

Noche de Reyes

Noche de Reyes


Cuando abra mi paquete espero encontrar, envuelta con un gran lazo, la ilusión que me devuelva la creencia de que es posible recibir regalos imposibles



ESPERANZA MEDINA Año nuevo, vida nueva. No siempre tiene por qué ser así. A una (es decir, a mí misma) podría hacerle ilusión seguir más o menos con la vida que había llevado hasta ahora, pero desde hace unos meses planea en torno nuestro una amenazante palabra que, a modo de borrasca, los políticos auguran que pasará sin dejar desperfectos.

Pero eso de la crisis no es un fenómeno natural, ni un vocablo abstracto que nuble un tiempo nuestro cielo sin afectarle a nadie en concreto. Nuestra crisis tiene causas y culpables, no se debe exactamente a frentes fríos o calientes que se acercan por el Atlántico. Ni pasará como el orbayu o la niebla, cuyas peores consecuencias son que no hayamos podido ir a la playa. Este «seudohuracán» dejará hombres y mujeres sin trabajo, con nombres y apellidos, vecinos, amigos o incluso alguno de nosotros que ahora mismo todavía nos sentimos intocables por la adversidad.

Empiezo a conocer personas que se quedan en paro «una temporada» hasta que esto pase, pero nada garantiza que la temporada sea breve o que realmente después para ellos se solucionen las cosas.

Y es que no puedo dejar de pensar que esta crisis no viene del viento frío del Polo ni del tórrido del Sáhara, sino que, según los expertos, la situación a la que ha llegado España es debida al modelo de crecimiento de los últimos años, basado fundamentalmente en la construcción y en una financiación cómoda, cuando los precios suben en exceso desciende el consumo, lo que repercute en la empresa inmobiliaria, que provoca un elevado número de parados. La crisis global parece ser fruto de la manipulación y la estafa de unos pocos utilizando el sistema financiero vigente.

Y es posible que algunos gobiernos consigan compensar en parte las pérdidas de los bancos y las grandes empresas y a modo de generosos y ecuánimes Reyes Magos vayan dejando en cada casa un poco de ilusión para que podamos sentirnos bien al menos una noche.

Pero es que yo, una vez que mi querida profesora doña Eulogia, a los 7 años, me contó el verdadero y humilde origen de los tres reyes (humilde al menos en mi caso), dejé de tener interés en las cabalgatas, los desfiles brillantes y hasta en los caramelos recogidos del suelo entre manos de chiquillos y de algún que otro adulto avispado.

En fin, que esta noche han pasado los Reyes Magos por mi casa, los de verdad, y cuando dentro de un rato abra mi paquete espero que me hayan dejado, envuelta con un gran lazo, la ilusión que me devuelva la creencia de que podemos recibir regalos imposibles.

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