martes, 21 de diciembre de 2010

Objetos perdidos

Pocas veces se recuperan aquellos recuerdos que se han ido




Objetos perdidos


ESPERANZA MEDINA POETISA Y MAESTRA De alguna manera la vida se va convirtiendo en una gran oficina de objetos perdidos. Cada momento que vamos dejando atrás se pierde en las vivencias y se conserva sólo en el recuerdo, en el mejor de los casos, porque también los recuerdos se van diluyendo con el tiempo y nos abandonan definitivamente. Quizá por eso nos guste tanto juntarnos con los amigos a recordar y resultemos con el tiempo pesados y aburridos para los contertulios ocasionales que no comparten esos recuerdos. Y aquí, como en tantas otras situaciones, «quien esté libre de pecado que tire la primera piedra».

Y es que pocas veces se recupera aquello que se pierde, casi nadie reclama lo que se guarda en los estantes de esas oficinas, quizá porque no confiamos en la generosidad de quien encuentre nuestros objetos extraviados o quizá porque nosotros mismos nos quedamos con lo que encontramos.

Pero no todos pierden la esperanza de hallar lo extraviado y también para eso parece que sirve la tecnología, porque a través de internet se puede acceder a una oficina virtual de objetos perdidos, aunque no tengo muy claro qué eficacia puede tener o de quién depende. Lógicamente aquí no están almacenados los objetos, sino los anuncios y los datos de lo perdido y las circunstancias en que sucedió. Curiosamente, como si el ladrón fuera a arrepentirse al leer la nota, también aparecen anuncios de robos. Nunca se sabe qué puede despertar la conciencia de un delincuente.

Aunque no sólo se apela a la buena voluntad del «hallador», sino que en ocasiones se ofrecen recompensas, como la de 500 euros por devolver una mochila de piel. Confieso mi enorme curiosidad por saber qué contendría esa mochila para que su valor fuese tan importante. Se me ocurren unas cuantas historias que podrían ser argumento de alguna que otra novela.

Pero, sin duda, entre todas las pérdidas que he visto la que más me ha llamado la atención anuncia que se ha perdido poesía, un «taco de unas diez cuartillas con poemas», dice. Y he pensado en la orfandad de las cuartillas, y en el poco valor que le habrá dado quien las haya visto. En el vacío de poeta y en que tengo que guardar lo que escribo en algún lugar más que en el ordenador para que no me pase lo mismo.

Me pregunto si alguien lee estos anuncios para devolver lo que encuentra, me temo que es un gesto totalmente inútil, como el mío de intentar evitar todas las Navidades echar tanto de menos a los que he perdido. Ya sabéis, feliz Navidad.

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